HABLANDO CON PAPÁS
La simetría inconsciente exige y
fragiliza a los y las niñas (o) adolescentes
Por qué resulta tan difícil a los
padres contener, poner límites cotidianos a sus hijos, ayudarlos a alcanzar su
autonomía y a tolerar su frustración? ¿Por qué los niños y jóvenes son tan
hipercríticos con sus padres, pero a la vez hipersensibles y se sienten
criticados y mortificados apenas se los trata de aconsejar?
Estamos en presencia de niños y jóvenes
distintos a lo que fueron sus padres de pequeños, atravesados por lo que
denomino “simetría inconsciente”. Se trata de un cambio psíquico por el cual desde
la más temprana infancia –merced a las llamadas “neuronas espejo”– los niños
copian a sus padres como si estuvieran frente a un espejo; se mimetizan
masivamente con ellos, con su lugar, sus emociones y sus historias, y no
terminan de adquirir una suficiente separación e individuación. Por eso les
cuesta tanto madurar, poder registrar al otro como diferente y ponerse en su
lugar. Quedan ubicados internamente en un lugar de paridad con el adulto, de
pseudo adultez y autosuficiencia imaginaria, de “completud, saber y poder”, que
los confunde, hiperexige y fragiliza.
El principal efecto de la simetría
inconsciente es la hiperexigencia y el temor al fracaso que produce, ya que los
niños y jóvenes tienen que “saber y poder ya mismo”, sin tener que recorrer un
proceso de aprendizaje; el comentario del adulto los hace sentir
desvalorizados, y se decepcionan y enojan con ellos mismos, con sus padres y
amigos, ante la más mínima frustración o diferencia de opinión.
Y como no existe la jerarquía grande y
chico en sus cabezas, es muy difícil jerarquizar en el estudio y en la vida
cotidiana, “todo vale igual” y la palabra del otro se puede tomar a nivel
literal, generando mucha violencia. Los hijos “copian” a los padres, pero no
los internalizan como figuras protectoras, no se apoyan en ellos
emocionalmente, sino que quedan solos por dentro, por eso son tan comunes los
temores y fobias, las tensiones, inhibiciones y temores excesivos ante los
exámenes, ante el grupo de pares, ante el mundo del afuera.
La simetría inconsciente como cambio psíquico estructural encierra una gran oportunidad, ya que nos
obliga como adultos a construir nuevos modelos de autoridad mucho más firmes,
cuidadosos y respetuosos. Para contener y educar a nuestros hijos tenemos
que ser capaces de abandonar los discursos; de conectarnos emocionalmente y
transmitir con autenticidad y sin victimizar nuestros sentimientos, de
atravesar la barrera de desconexión y llegar a su corazón; de incluir al otro y
trabajar en equipo; de respetar la vulnerabilidad de los niños y adolescentes ante el acercamiento y,
por sobre todas las cosas, de impedir todo tipo de maltrato en la comunicación
para posibilitar la propia individuación.
Ayudemos a nuestros hijos a tener claro las normas establecidas en el
hogar.
LO MEJOR QUE PODEMOS HACER NOSOTROS COMO ADULTOS ES AVERIGUAR E INDAGAR COMO Y PORQUE DE SU COMPORTAMIENTO EN CADA ETAPA DE SUS VIDAS YA QUE UN NIÑO DE 2 AÑOS NO ES IGUAL QUE EL DE 3 AÑOS.
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